La presidenta Claudia Sheinbaum puso en el centro del debate público lo que durante años fue zona de sombra del sistema financiero: el manejo de remesas bajo el dominio empresarial de Ricardo Salinas Pliego. No lo ha hecho en cualquier tribuna. Ha empleados los reflectores de la Mañanera de Pueblo para exhibir este asunto. Con voz firme, ella reclamó que “el modelo de usura basado en comisiones por remesas está en vías de extinción”. Esa frase, que parecía retórica, brota de una estrategia de confrontación que va más allá de lo fiscal: es una batalla simbólica por el control del flujo monetario que sostiene a al menos los 4.9 millones de hogares mexicanos que, de acuerdo con cifras de Banxico, recibieron remesas en 2024.
En la mañanera de Palacio Nacional, la escena estaba lista para un capítulo esencial del nuevo curso político mexicano: Claudia Sheinbaum puso en el centro del debate público lo que durante años fue zona de sombra del sistema financiero: el manejo de remesas bajo el dominio empresarial de Ricardo Salinas Pliego. Con voz firme, ella reclamó que “el modelo de usura basado en comisiones por remesas está en vías de extinción”. Esa frase, que parecía retórica, brota de una estrategia de confrontación que va más allá de lo fiscal: es una batalla simbólica por el control del flujo monetario que sostiene a hogares mexicanos.
El origen del “rey de las remesas”
Durante años, Salinas Pliego logró algo que pocos empresarios mexicanos han alcanzado: controlar el flujo del dinero que los migrantes envían a sus familias. A través de Elektra, Banco Azteca y una red de alianzas con remesadoras estadounidenses, construyó un monopolio de facto que transformó las remesas en un negocio multimillonario.
De acuerdo con cifras publicadas por La Jornada, en 2019 Elektra reportó ingresos por comisiones superiores a 3 mil 990 millones de pesos solo por el manejo de remesas. Su red de distribución —tiendas, bancos y plataformas digitales— captaba entonces alrededor del 45 por ciento de los envíos que llegaban a México.
Con la expansión digital, Salinas adaptó su modelo y, según El Coahuilense, en 2025 todavía controla más del 50 por ciento del mercado gracias a herramientas como “Guardadito sin Fronteras”, una cuenta vinculada a códigos QR y convenios con empresas como Remitly y Western Union.
Ese dominio lo convirtió en el “rey de las remesas”, un título no oficial, pero ampliamente reconocido en el sistema financiero mexicano.
Con la era digital, Salinas no se quedó atrás: herramientas como “Guardadito sin Fronteras”, alianzas con Remitly y Western Union le permitieron hoy mantener, según analistas, más del 50 por ciento del mercado remesero en México.
Ese dominio lo convirtió para muchos en el “rey de las remesas” —no por mandato legal, sino por esa extensión territorial, operativa y financiera. Pero ahora ese trono está siendo retado públicamente.
La ofensiva del Bienestar
El conflicto actual no es solo económico, sino político. En sus últimas mañaneras, Sheinbaum ha insistido en que las principales empresas remeseras no canalizan sus flujos hacia la Financiera para el Bienestar, el organismo público creado para administrar programas sociales y, ahora, competir con los bancos privados en el manejo de remesas.
La propuesta del gobierno consiste en crear un sistema público de envío directo, con una tarjeta que permita recibir dinero desde Estados Unidos sin intermediarios. El objetivo oficial: eliminar comisiones abusivas y garantizar que el dinero llegue completo a las familias mexicanas.
Pero en la práctica, esta estrategia ataca el corazón del modelo de negocio de Salinas Pliego. Si las remesas comienzan a fluir por canales estatales, sus ingresos por comisiones caerán drásticamente.
El mensaje de Sheinbaum fue claro: el gobierno quiere quitarle el control a los intermediarios privados y convertir las remesas en un asunto de Estado.
Sheinbaum suma presión política
Desde la tribuna mañanera, Sheinbaum cambió el tono: dejó de lado la diplomacia moderada para lanzar mensajes fuertes contra Salinas. En el entorno mediático y político se repitió la frase: “Las deudas no se politizan, se pagan.”
Además, la mandataria ha dado señales claras de que no teme ir más allá de las fronteras nacionales: confirmó que está dispuesta a reunirse con los acreedores estadounidenses de Salinas Pliego. “Debe allá, acá, y aquí”, dijo, indicando que el ámbito internacional también será escenario de esta disputa.
Cuando Salinas propuso abrir una mesa de negociación con el gobierno para dirimir sus deudas, Sheinbaum la rechazó frontalmente. Según ella, “esto no es un asunto de negociación en lo oscurito, es un asunto de ley”.
También ha pedido que Salinas no politice sus obligaciones fiscales, y que pague lo que debe —sin argumentos de “persecución política”.
Salinas Pliego se victimiza
Salinas ha rechazado los señalamientos de la administración y ha buscado virar hacia una narrativa de ataque político. En un comunicado, el grupo afirmó que hay un diálogo en curso con acreedores y que buscará acuerdos.
Además, ha comparado las acusaciones con campañas de desinformación en su contra, señalando que el Gobierno pretende silenciarlo. En su defensa, ha dicho que las disputas fiscales son también “una persecución política”.
Salinas ha buscado instalar la idea de que sus problemas legales no solo son fiscales, sino parte de una embestida política, entre medios y declaraciones públicas.
De remesas a deudas: la tormenta legal
El conflicto también tiene aristas financieras que agravan la tensión. Según reportes, Salinas enfrenta una demanda en Estados Unidos por 580 millones de dólares por bonos impagos, así como una fianza de 25 millones de dólares derivada de una disputa con AT&T por la adquisición de la red Iusacell.
En México, el gobierno reclama que el empresario debe más de 74 mil millones de pesos en impuestos atrasados al SAT.
Además, la Procuradora Fiscal ha expuesto que Salinas habría usado amparos, declaraciones indebidas y recursos jurídicos para retrasar pagos o disminuir obligaciones fiscales, a través de estructuras complejas de contabilidad interna y empresas vinculadas.
Uno de los fallos recientes también indica que TV Azteca, bajo el grupo de Salinas, deberá pagar más de 3,527 millones de pesos al SAT por impuestos no cobrados del ejercicio 2009.
La intensificación del litigio ha llevado al gobierno a reaccionar con una estrategia abierta: obligar a Salinas a responder no solo ante tribunales nacionales, sino ante estructuras internacionales y ante la opinión pública.
Un modelo en decadencia
Lo que comenzó como un monopolio de conveniencia —un servicio masivo con poca competencia— se ha convertido en un símbolo del modelo económico que la 4T pretende desmantelar: empresas privadas que lucran con los sectores más vulnerables.
La narrativa presidencial busca reposicionar el tema de las remesas como una cuestión de justicia financiera, no de mercado. En otras palabras: si las remesas representan más de 63 mil millones de dólares anuales, ¿por qué ese flujo termina alimentando las ganancias de un solo grupo empresarial?
La respuesta parece encaminarse hacia un cambio estructural. Si la Financiera del Bienestar logra captar siquiera una fracción de ese dinero, el dominio de Salinas Pliego entrará en una espiral descendente.
El fin del negocio de la usura
En el tablero político, la ofensiva contra Salinas es más que un ajuste económico: es una declaración de soberanía financiera. El gobierno busca demostrar que el Estado puede recuperar espacios de poder frente a los conglomerados privados.
Para Salinas, acostumbrado a operar con agresividad y mínima regulación, el mensaje no podría ser más claro: su época de hegemonía está llegando a su fin.
El “rey de las remesas” enfrenta, por primera vez en años, un escenario en el que el poder político y el financiero se le oponen en bloque. Y aunque el desenlace aún está por escribirse, la crónica de su ocaso ya comenzó en la mañanera.